10 clichés que no me gustan

Hace días publiqué un post en defensa de los clichés, al menos, de los que a mí sí me gustan. En esta ocasión les traigo la otra cara de la moneda: Esos tropos, clichés, argumentos y similares, que no me gustan nada y que veo con frecuencia en la literatura romántica, principalmente (aunque aparecen también en otros géneros).

1. El Instalove

Mi nivel de tolerancia para el amor a primera vista en las novelas, es CERO. Ya de que el personaje dice algo como: «… Me enamoré de ti desde el primer momento en que te vi», ya me perdieron. No puedes amar a alguien que no conoces, así de sencillo. Y si crees que lo amas, estás confundiendo atracción, deslumbramiento, o hasta necesidad y dependencia, con amor. A menos que la trama maneje un conflicto de reencarnación o algo así, no es creíble. ¿Atracción a primera vista? ¡Muy diferente! Esa sí es 100% creíble y genial en las historias (aunque el slow burn es mi tipo de enamoramiento favorito).

2. Amnesia

No me agrada nada cuando el personaje de pronto, por un accidente generalmente, pierde la memoria. Pasó en la serie True Blood, donde a nuestro vampiro villanazo, Eric (Alexander Skarsgård), le dio amnesia, como el típico recurso barato para llenar episodios (o páginas), y le afectó tanto, que hasta lo villano se le quitó y se volvió blandengue. Creo que dejé de ver la serie después de eso. O peor, el personjee tiene un problema crónico de memoria, como la película de Drew Barrymore, 50 First Dates, donde no puede generar nuevos recuerdos (esa película no me gusta nada, aunque eso puede deberse a la presencia de Adam Sandler como la pareja romántica). Seguramente hay alguna historia de pérdida de memoria que sí me haya gustado, pero en general es un recurso al que le huyo.

3. Embarazo no deseado

En muchas novelas del género les encanta embarazar a la protagonista en una one night stand, y después se queda tan contenta con el hijo de un tipo al que ni conoce (pero eso sí, se enamora de él y resulta ser también, el mejor padre del mundo). Podemos incluso ver montones de portadas con mujeres usando su vestido de novia, y embarazadas de nueve meses. Nunca consideran el aborto, por supuesto. Y claro, el bebé es un ángel que parece de porcelana, porque jamás da problemas, ni siquiera llora, ni implica ningún tipo de dificultad para la madre. Esta romantización extrema y por demás inverosímil de la maternidad, me repele.

4. El personaje que «se muerde el labio»

Este cliché sí que me saca de mis casillas. Creo que la culpa de mi rechazo tan visceral a este gesto la tiene la autora de 50 sombras de Grey, donde su desesperante protagonista se muerde el labio cada dos páginas. Pero también tiene que ver con que no me parece un gesto natural. Me parece forzado, sobreactuado. El caso es que cada que lo leo, recuerdo a Anastasia y las mil veces que me dieron ganas de arrojar ese libro contra la pared 😂.

5. El prospecto amoroso que resulta ser un pariente

Este cliché no lo he leído tanto, pero lo suficiente como para ponerlo aquí. Me parece muy desagradable cuando la autora pone al lector a emocionarse con una potencial pareja, para después eliminar de la estampita a la persona, con el cuento de que son primos, o hermanos, o tío y sobrina…
¿Por qué? Porque me hace sentir culpable, como si fuera una pervertida por haber deseado una relación de pareja entre quienes resultaron ser parientes. Ewww. Y esa clase de sentimientos no son los que quieres provocar en un lector nunca. Al menos, yo no lo deseo.

Además, resulta muy anticlimático. Ahí voy navegando alegremente por el libro, y de pronto me topo con pared. Y que pared.

6. La chica inocente y virginal

Creo que estos personajes, en la época en que estamos, y en especial, por la lucha social por la igualdad de género, hacen mucho daño. Ese concepto arcaico, de moral hipócrita, donde la chica, ya mayorcita, siempre es virgen e ingenua, mientras que el hombre tiene su buen caminito recorrido, solo perpetúa prejuicios en los que se juzga con doble rasero a ambos géneros, además de fomentar también la masculinidad tóxica. Por supuesto, si la chica es muy joven o es una novela de romance histórico, es muy diferente. Ahí si tiene todo el sentido del mundo.

7. El feo, vicioso y/o perdedor, que conquista a la más hermosa

Todo el mundo critica las novelas románticas en las que el protagonista es guapo, millonario y perfecto. ¿Pero qué me dicen de las historias escritas por hombres, donde el cliché es que el protagonista es un perdedor, feo y dejado, sin ninguna cualidad a la vista, y aún así se liga a la más hermosa? Créanlo o no, pero yo he leído muchas historias así, que, claro, por ser escritas por hombres, no están en el «género romántico», sino en narrativa contemporánea o histórica, pero a final de cuentas, es tan inverosímil como la versión del millonario perfecto. Solo que los autores varones se salvan de estas críticas.

En el libro La delicadeza (la reseña en mi blog aquí) vemos este fenómeno, e incluso en Los pilares de la Tierra (reseña aquí) tenemos algo similar, en una absurda escena en que una mujer súper sensual y «salvaje» prácticamente viola al protagonista en el bosque porque lo encontró irresistible… ajá.

8. La chica que cachetea (o abofetea)

No sé por qué creen los creadores de historias (escritas y audiovisuales) que es correcto y normal que cada que a la mujer en cuestión le dicen algo que no le gusta, reaccione golpeando al hombre. Perdón, señor@s, pero violencia es violencia. No puedes juzgar con doble rasero y decir que está mal que los hombres agredan a las mujeres, pero a la inversa está bien.

Es como si creyeran que es parte inherente de la mujer abofetear hombres como expresión de indignación. Absurdo, infantil y ridículo. Por suerte no es tan común en las novelas como lo es en las telenovelas.
Aclaro, es algo muy diferente si el personaje está siendo agredido físicamente y se está defendiendo (aunque en ese caso, una bofetada tampoco tiene mucho sentido, sería mejor un puñetazo o una patada estratégica).

Y ahora añado dos clichés más.

9. El triángulo amoroso

Tiene poco tiempo que descubrí que este cliché me causa mucho conflicto, y por eso estoy actualizando este post en 2024. Cuando el triángulo amoroso está bien llevado y mi shipeo favorito es el que triunfa, entonces sí me gusta, pero esto no ocurre muy seguido. Casi siempre acabo decepcionada y haciendo corajes con los triángulos, tanto en libros, como en series y películas.

Es muy común que la historia sea un enredo donde, o la protagonista perdona cosas que no debería, o que el personaje rival sea arruinado, aunque vaya en contra de lo que nos han planteado, para justificar que la prota elija al otro.

Un triángulo —-SPOILER ALERT – SPOILER ALERT – SPOILER ALERT—- que me parece que sí fue bien llevado porque desde muy temprano en la historia quedó claro quien valía la pena y quien no, es el de Alas de sangre. Es una triángulo que sí disfruté y con el que no me llevé ningún palmo de narices 😂.

10. Enamorarse del patán

Es un cliché supercomún en muchas novelas románticas, en especial, las juveniles. Y creo que de todos los clichés de esta lista, este es el que más me da urticaria. Entiendo el atractivo del chico rebelde, que rompe las reglas, que es, HASTA CIERTO PUNTO, problemático, en la escuela o socialmente, PERO para mí, la línea que no debe cruzar un personaje así es en el trato que da a la protagonista, porque si la trata mal (la controla, la insulta, la agrede, la somete, la manipula, etc.) y ella se enamora de él, ¿de qué diablos estamos hablando aquí? Estamos romantizando la violencia y el maltrato. A menos, claro, que dentro de la misma la historia se establezca como algo negativo y enfermizo, pero en general no sucede eso con estas novelas (porque plantear una problemática no es lo misma que romantizarla, esto depende de cómo sea manejada). Y como yo jamás podría enamorarme de un tipo que me trate mal, por muy guapo y sexy que sea, es un cliché que no me gusta, que no acepto, que es tóxico, y del que huyo como de la peste.

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