Teclado de computadora

Es una verdad universalmente conocida que toda mujer llega a un punto en su vida en que comienza a hacer cosas que juró jamás haría, como ponerse botox, bailar reggaetón, usar un vestido mega-corto y mega-ajustado, ligar por internet  o ir a una cita a ciegas (prima hermana de ligar por internet).

El miedo a lo desconocido es la primera fase. Existen toda clase de historias de terror sobre asesinos y violadores que su campo de acción es la red. Y los hombres también están en peligro. Mi amigo Sergio me contó su horrenda experiencia en su primera cita con una chica que conoció en una web de ligue. La chica lo invitó a su casa, cuando él llegó ella ya andaba algo pasada de drinks, y para no hacer el cuento largo, echó llave a la puerta y le exigió que tuvieran sexo y si se negaba, gritaría y diría a todos que él trataba de violarla.  Mi amigo, como el chico listo que es, le siguió la corriente, le dio más drinks y cuando se quedó dormida, le quitó la llave y salió huyendo de ahí. Así que este miedo es real, aunque hasta cierto punto también es un pretexto, hasta que te armas de valor y te avientas.

La segunda fase es la verdaderamente peligrosa: la ilusión. Empiezas a creer que ese hombre con el que sólo has cruzado algunas líneas e intercambiado algunas palabras puede ser your one and only. Bueno, antes de que trepes a la nube más alta, moviliza las cosas para conocerlo. Cuando ya estás ilusionada, entre más rápido pases de lo virtual a lo real, mejor.

Yo conocí a alguien por Facebook sólo para descubrir, tiempo después, cuando ya me veía viviendo en España con él y creía que tal vez sí éramos uno para el otro, que sus fotos eran de 20 años atrás y 20 kilos menos y en realidad era un señor sesentón y evidentemente mentiroso.

Y la tercer fase es la real. Cuando ya saliste de los circuitos de una máquina a la vida tridimensional, y tu relación evoluciona de manera natural: hacia la continuidad o hacia «no puedo creer que me gustabas».

Mi primer cita de este tipo fue buena y mala. Buena porque me hizo quitarme ese prejuicio de que todos lo que se conocen por ese medio son freaks (aunque en realidad todos somos freaks, pero ese es tema para otro post). Alberto resultó ser de lo más normal. Y fue mala porque resultó ser de lo más normal. Es decir, no hubo nada que me hiciera sentir atraída; fue como platicar con el taxista camino al trabajo. Conversamos como dos horas muy a gusto, pero nada más. Sin embargo, para una primera cita y comparada con el caso de Sergio, fue a las mil maravillas.

Lo cierto es que tod@s conocemos historias (reales) de parejas que se conocieron online y hoy viven juntos y felices, y cada vez son más. Así que para encontrar el amor, o tal vez aventuras casuales (que para todos gustos hay) las opciones en esta era tecnológica son amplias.

Y si no encuentras nada, de cualquier manera te vas a divertir mucho. Hay todo tipo de gente, desde el Casanova cursi que no sabe nada de mujeres, ni te conoce, y te escribe un ridículo poema (que seguro hace copy-paste con todas las puede, a ver cual cae), hasta el hombre serio y muy traumado que desde su bio escribe “NO QUIERO JUEGOS ¿¿ENTIENDEN??”  (alerta roja: un neurótico que ni para escribir su bio se puede relajar).

Y también encuentras gente muy agradable, divertida, y con buena plática. Así que la garantía en estas prácticas ligorias de la nueva era es que no te vas a aburrir.

Pero eso sí, es muy importante tomar ciertas precauciones:

-Procura platicar con él por skype antes de la cita. Las fotos normalmente te dicen muy poco de la realidad. Casi siempre son de cuando era más joven, más delgado, o con más cabello.

– No te expongas. En esa primera cita (y tal vez no sólo la primera) procura verlo en un lugar público y llegar  e irte por tu lado. No vaya a resultar un stalker o algo peor; así que es mejor que de entrada, no sepa dónde vives.

– Que alguien sepa dónde y con quien estás. Procura tener sus datos antes de la cita, y dile todo a una amiga.

Y ahora sí my friends ¡a divertirse!

Columna publicada en la revista Cancuníssimo.

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