Chica viendo el horizonte, pensativa

Podría escribir del paradigma económico obsoleto y demandante que nos ha convertido en esclavos modernos.
Podría quejarme del consumismo enfermizo que nos hace ir a toda marcha.
Podría cavilar sobre lo poco que vale la pena engancharse en dramas que al paso del tiempo te das cuenta de que no tenían importancia.
Podría hablar de cómo el apagón cortocircuito de ayer parece haber descompuesto mi casi nuevo refrigerador.
Podría narrar las subidas y bajadas del día a día en el periódico en el que trabajo.
Podría quejarme del servicio de correos que ni siquiera dejó un aviso del paquete que trajeron y por poco lo pierdo…
Podría confesar que me choca Facebook, sus métodos invasivos que meten las narices en todas partes y quieren controlar al usuario y obligarlo a hacer lo que ellos quieren.
Podría hablar de que por fin los pajaritos descubrieron que les estoy poniendo alpiste todos los días, y ya vienen a visitarme.
Podría hablar de la plaga de mosca blanca que amenaza con destruir mis flores recién brotadas.
Podría hablar de la flojera tan tremenda que me da hacer ejercicio.
Podría hablar de lo feliz que me hizo que pusieran mi artículo como nota principal en primera plana.
Podría escribir de tantos y tantos proyectos que me llenan de ilusión.
Podría tratar de poner en palabras los sentimientos de nostalgia sobre mis recientes viajes.
Podría hablar de lo perturbada que aún estoy por una nota que me tocó editar, sobre un tipo borracho que agarró a golpes a su anciana madre.
Podría hablar del miedo que me da la vejez.

Pero no, no hay nada de qué hablar.

Puede que también te guste...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *