Ayer fui a comer con una de mis personas favoritas.
Hay todo tipo de gente alrededor de uno. Aquellos que te divierten y son buena compañía para la fiesta y la frivolidad.
Están los que tienen un estupendo sentido del humor, sarcástico y agudo con quienes la conversación se vuelve un deleite adictivo.
Están quienes son judgmental y de mente estrecha con quienes no te abres porque sabes que sólo critican y juzgan. Transmiten una energía pesada que te bloquea, así que sólo los sobrellevas.
Abundan también los wannabe, que viven obsesionados con demostrar a todos que son superiores, y sobajar a los demás, pero normalmente son tan transparentes y se ven tan desesperados que acaban por lograr el efecto contrario, a veces te dan risa, a veces te dan cierta compasión, así que los tratas bien y hasta les das por su lado.
Están las y los amigos que son cálidos y de carácter ligero con quienes puedes ser tú, sin tapujos, tener desacuerdos sin que nadie se ofenda o enoje, encontrar siempre los puntos de convergencia y disfrutar de la sana convivencia, la reflexión o la simple charla poco trascendente pero siempre necesaria y disfrutable.
Y están las personas más importantes: las que te ayudan a crecer. A pensar. A ser mejor. Las que puedes admirar, con quienes sientes ansias de platicar porque tienes cierta hambre de conocer su punto de vista, porque sabes que será digno de sopesar.  A quien le puedes plantear cualquier tema espinoso y sabes que no se espantará, ni expondrá prejuicios porque no forman parte de su personalidad analítica y divergente. Gente que sabe quién es y no tiene que probar nada a nadie.
A quien le quieres consultar dudas, debatir mil asuntos, desde política, hasta recetas de cocina, pasando por la vida sedentaria o por qué no nos gusta tomar el sol.
Aunque, finalmente, todos enriquecen la vida, de una manera o de otra, excepto la gente tóxica. Rodearte de un sólo tipo de personas, sin ampliar tu visión y aprender de los demás es muy limitante en cuanto a crecimiento personal.
Conocer otros puntos de vista, de gente pensante que respeto, es toda una experiencia. ¿Qué tal descubro un ángulo del asunto que jamás había visto, tan fascinante que me hace cambiar de opinión? Ya me ha pasado, y más de una vez.
Esas personas son joyas que nos encontramos pocas veces en la vida, y que recordaremos siempre, aunque nuestros caminos se separen y no se vuelvan a cruzar.
Arrivederci

Puede que también te guste...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *